La Geperudeta congrega a miles de persona
MÓNICA ROS VALENCIA No hay tiempo que perder. En cuanto la policía local quita las vallas que limitan la zona de autoridades de la “Missa d’infants”, los vecinos toman la plaza de la Virgen. Los segundos son oro si uno quiere colocarse en un buen sitio para tocar el manto de la Mare de Déu dels Desamparats durante su traslado, desde la Basílica hasta la Catedral de Valencia, en el día que los valencianos homenajean a su patrona. En apenas unos segundos, el escenario -minutos antes convertido en altar- se llena de gente. No cabe un alfiler. Ni en el escenario, ni en la plaza.
Las puertas de la Basílica se abren a las 10 horas. Diez minutos antes, Josep Orient, un joven de 27 años, subido a hombros de un familiar, lanza la primera salve a la Virgen: “A la más guapa, patrona de Valencia, madre de todos nosotros… valencians tots a una veu, Visca la mare de Déu!”. Y las miles de personas que se agolpan en la plaza estallan en aplausos. Un nexo común los une, independientemente de ser más o menos religiosos, de su tendencia política, de su sexo o de su edad: el orgullo de ser valenciano. “Venimos al traslado porque estamos orgullosos de haber nacido en esta tierra”. Es la voz de Pilar Alonso, vecina de Quart de Poblet, que cada año, sí o sí, toca el manto de la Mare de Déu dels Desamparats para pedirle “por la gente que más quiero”.
Jesús Rodríguez ha decidido que su novia, Juani Leal, acuda, por primera vez, al traslado. Ella es catalana, y él, “valenciano de corazón. Cuando se van los religiosos y los políticos, vengo yo. Esta no es una fiesta estrictamente religiosa, ni mucho menos. Con estar orgulloso de ser valenciano, basta”.
Venerada en Galicia
Sin embargo, la patrona de Valencia ha traspasado las fronteras de la Comunitat Valenciana. Isabel Vázquez es gallega y también está en el traslado de la patrona de todos los valencianos. La joven afirma que es devota de la Geperudeta porque en su pueblo, Bandeira (cerca de Santiago de Compostela) la Mare de Déu dels Desamparats también es la patrona. El municipio le rinde honores el 29 de septiembre y la imagen llegó hasta allí bajo el brazo de un sacerdote valenciano. Hace 15 años, la joven enfermó de cáncer y le pidió ayuda a la Virgen. Y la Geperudeta cumplió. Hace tres años, la enfermedad volvió a surgir. Y ella le prometió que, si la ayudaba otra vez, iría a venerarla a su ciudad, Valencia. Isabel superó, por segunda vez, el cáncer, “y he venido a cumplir la promesa que le hice. Ella cumple su parte, y yo la mía”.
La plaza es un hervidero en cuanto la imagen peregrina asoma por la puerta de la Basílica, tal y como es tradición desde hace cuatro siglos. Un río humano la lleva en volandas desde su “casa habitual” hasta la Catedral de Valencia en un recorrido “muy rápido”, según los devotos, que dura 25 minutos.
El fervor y la devoción se hace visible entre lloros, aplausos y gritos de “Visca la Mare de Déu”. La imagen peregrina queda escorada en varios momentos durante el recorrido, aunque sin llegar a tocar el suelo, por el deseo de la gente de querer acercarse a su patrona. Algunos padres aupan a sus hijos de corta edad para que “reciban la bendición de la Virgen” al tocar su manto. Pero no son los únicos. Las mujeres -jóvenes, en su gran mayoría- aprovechan la marea humana para “gatear” sobre las cabezas de los demás y lograr el mismo propósito.
La imagen peregrina entra en la Catedral de Valencia por la denominada Puerta de Hierros entre una lluvia de pétalos y gritos de júbilo de sus files que no han dudado en desgarrarse la garganta con los salves a la patrona. En apenas media hora la plaza vuelve a la tranquilidad. Eso sí, la emoción aún perdura porque “el que prueba una vez, repite”.
Vía: Levante